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Fátima Sanz

Fátima Sanz

Marketing y Ventas

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Aplicación del efecto Pigmalión en la empresa

¿CREES EN EL EFECTO DE LAS EXPECTATIVAS PUESTAS SOBRE TI?

Nos remontamos a la mitología griega, al rey Pigmalión concretamente. Este famoso escultor se enamoró de su obra, la escultura de una mujer ideal, y tal fue el enamoramiento de Pigmalión hacia Galatea que este pidió ayuda a Afrodita para que la convirtiera en una mujer de carne y hueso. Su deseo era tan fuerte que finalmente lo consiguió. Asimismo y sin necesidad de remontarnos a tantos años atrás, podemos poner el ejemplo de Pinocho, el cual cobró vida gracias al deseo de Gepeto.

Ahora bien, el mito griego es la base del tema a tratar en esta publicación, se conoce como el efecto Pigmalión  y se define como fenómeno o suceso social por el que las creencias  en una persona pueden influir en la actuación, rendimiento o actitud de la misma. Son muchas las personas que lo conocen como la profecía autocumplida; el pensamiento que se tiene hacia una persona, una vez transmitido a esta, aumenta la posibilidad de cumplirse, por el simple hecho de querer amoldarlo a la realidad.

Es cierto que este efecto resume la creencia del poder que tienen ciertas personas importantes a la hora de influir en el rendimiento de otra. Con personas importantes nos referimos a personas con las que existe una relación de dependencia: de padre a hijo, de líder a empleado o de profesor a alumno, entre otros. Esto provoca que el individuo quiera conseguir  lo que dicha persona de referencia espera de él. Por tanto, las expectativas hacia la persona deben ser constructivas para sacar lo mejor de esta, dejando de lado lo negativo. Está claro el peligro de este efecto, ¿no?  Es un auténtico arma de doble filo, transmitir creencias positivas aumenta la confianza, rendimiento y autoestima  del afectado; sin embargo, una creencia o expectativa negativa hacia otro puede tener el efecto contrario.

El efecto Pigmalión es aplicable a tres ámbitos: laboral, social y educativo. Y no se trata  únicamente en creer firmemente en un hecho, sino de tener, también, la expectativa de que se va a cumplir y acompañar dicha expectativa con acciones o mensajes que motiven, “al afectado”, a la consecución de la creencia. Por ejemplo, en el mundo laboral, un directivo debe ayudar a su empleado a conocer sus talentos y desarrollarlos; felicitar los logros del empleado, explicar el porqué de sus fracasos y el origen del mismo. Transmitiendo con entusiasmo que con voluntad, constancia y dedicación se pueden conseguir las metas. Al final, el efecto Pigmalión es algo que todos sabemos de algún modo, pero puede que nunca te hayas parado a pensar en ello. El caso es que le has hecho creer a alguien que es posible, y hay algo que hace cumplir ese vaticinio.

En definitiva, anima y motiva a hacer algo, y deja claro que si “falla”, “se cae” o “fracasa” allí estarás para ayudarle. Como decía la Campaña de Divina Pastora Seguros, “Nuestras palabras tienen un poder más grande del que jamás te hayas imaginado, (…), confía en la capacidad infinita que hay dentro de cada ser humano (…). Funciona en cualquier momento de nuestras vidas.”

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